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  • Foto del escritorJavier Ortega Allué

De cuando entonces.


De joven me creí a salvo de la envidia, aunque la bajamar de mis pasiones viniera de continuo a desmentirlo por gracia de la obra, del pensamiento o, las más de las veces, por inevitable omisión. Con cierta jactancia adolescente, me sentía ajeno a tales emociones, casi transparente, hasta que éstas me asaltaban de forma repentina, causándome gran asombro su existencia negada y no poca turbación sobrevenida. Etapa, la de aquella juventud, propicia a tales pasiones, fecunda en atajos y miserias.

Parece mentira lo poco que de nosotros mismos llegamos a conocer, vecinos como nos somos, pero a veces extraños; lo amplia que es la zona oscura que se nos hurta a la comprensión, velada: el territorio de la ceguera o de lo que nos negamos a ver. Debemos agradecer el silencio cómplice con que los otros nos tienen engañados, aun conociendo aquellas verdades que nosotros no queremos asumir, la mayoría siquiera a sospechar, pocos a reconocer. «Conócete a ti mismo» es una máxima exigente, si la aplicamos al pie de la letra. Cruel en plena juventud.


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