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  • Foto del escritorJavier Ortega Allué

Fragmentos de una conferencia (1)


Para construir la alianza terapéutica y ser efectivo en la intervención no nos basta con conocer los procesos comunicacionales humanos. La realidad relacional es más compleja. Y lo que yo quisiera transmitirles hoy es cómo hago yo para ser un terapeuta más efectivo con las familias con las que trabajo.

Las familias vienen a nuestro encuentro profesional porque algún evento vital ha trastocado el equilibrio del sistema y les ha hecho entrar en crisis, siendo insuficientes los patrones de afrontamiento con que abordaban en otros momentos las dificultades de la vida.

La crisis es el comienzo del cambio. A veces la crisis es esperable, fruto del desarrollo del ciclo vital familiar; otras veces a las familias les suceden eventos inesperados, que las sacuden hasta sus cimientos. Y entonces alguien les dice, alguien les aconseja, o bien llegan por sí mismos a la necesidad de realizar una terapia o una consulta.

A veces asistimos a situaciones donde no hay una demanda explícita por parte de las familias, ya sea porque nunca han vivido una experiencia como la que ahora les toca vivir, ya sea porque desconocen que existen servicios que pueden hacer con ellos un trabajo de acompañamiento y soporte; ya porque, finalmente, crean que sólo hay que cuidar la vertiente física, que dejan al amparo de los médicos, sobre quienes delegan su capacidad.

Muchas familias ignoran que los expertos en el cuidado relacional de los suyos son ellos, la propia familia.

Es comprensible que cuando hay una carga elevada de ansiedad, las personas acostumbren a hacer un movimiento de delegación en los profesionales. A los terapeutas les queda así el trabajo de reapoderar a los componentes de la familia en el cuidado relacional o de los vínculos, dejando los aspectos más paliativos en manos de los equipos de expertos.

Hay que tener en cuenta que las familias traen una historia y un desempeño en la forma como han cuidado los vínculos entre ellos. Las familias tienen diferentes estilos relacionales y mitologías compartidas que dan sentido y significado a sus intercambios mutuos. El terapeuta se interna, asía en una cultura diferente, con unos códigos distintos a los suyos, que son idiosincrásicos y que no estamos legitimados para juzgar.

Debemos tener presente, por ejemplo, en las familias con las que ustedes trabajan:

  • El significado de la pérdida para el sistema.

  • Las experiencias previas.

  • Los roles que han jugado los diferentes miembros de la familia.

  • El manejo de las emociones, de la desesperación, de los sentimientos de abandono, en suma, de la onda emocional de choque (Bowen).

  • La forma como expresan emocionalmente el dolor (ya sea contenido, ya sea manifestándolo).

  • La delegación.

  • Los mecanismos inconscientes de negación o de disociación frente a una realidad difícil y dura.

  • Los vínculos entre los miembros del sistema. Así, por ejemplo, una pareja que haya tenido una relación conyugal conflictiva llegará es estos procesos de pérdida y despedida de un modo distinto al de una pareja con una conyugalidad más armoniosa. Este momento de crisis vital acentuará ciertos patrones relacionales que han estado siempre en juego entre los dos.

  • El estilo familiar de resolución de conflictos.

Y debemos tener esto mismo en cuenta en relación a nosotros, los profesionales, porque en gran medida nuestra intervención va a estar teñida por idénticos elementos.

La comunicación al final de la vida, intervención en las IV Jornadas sobre el duelo: ayudar a vivir el final de la vida. 31 de mayo y 1 de junio de 2016.

Sant Pere de Ribes

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