El privilegio y la omnipotencia del profesional.
Los terapeutas gozamos de un privilegio del que antes sólo disfrutaban los curas y los amigos, y estos últimos sólo tras el largo y asiduo ejercicio de la amistad: el de poder ser testigos de las historias, a menudo penosas, que sobre sus propias vidas construyen otras personas, la gente común con la que no cruzamos en la calle. Historias de vida que hablan de sufrimiento, pero que contienen también en su seno los recursos y potencialidades con los que las personas afrontan s