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  • Foto del escritorJavier Ortega Allué

Terapia narrativa con familias multiproblemáticas (1)


Cuando Ricardo Ramos me pidió que presentara su libro, lo que primero me vino a las mientes, ignoro por qué, fue aquello que hacían los latinos cuando debían debatir sobre una cuestión importante: era entonces costumbre hablar de esos asuntos haciendo, por un lado, una probatio y, por otro, una refutatio.

No es difícil caer en la probatio encomiástica, porque el libro de Ramos es de esos que, mientras se lee, le hacen pensar a uno que se trataba de un libro necesario. Necesario incluso para un terapeuta que no es narrativista, pero que no puede obviar que es en el lenguaje (¡Podría ser de otra manera!) donde nos vamos a encontrar con las familias que atendemos. Luego volveré a este tema de la necesidad de un libro o de cuándo un libro es necesario, porque es de esto de lo que les quiero hablar aquí.

La otra vertiente del asunto es la refutatio. No hay mucho que objetar al libro de Ricardo Ramos, sólidamente construido y pensado, y escrito con mucha cercanía, en un estilo que hace grata la lectura y que le pone a él mismo como profesional en el horizonte de lo escrito. Se trata de un libro lleno de experiencia y sabiduría terapéutica. Y por tanto, por ahí no puede venir ninguna refutatio fundada.

Sólo tengo un pero que hacerle, aunque es un pero pejiguero, un poco tiquismiquis, una indignatio que se puede generalizar a muchos otros libros de terapia y psicología, y que seguramente obedece a ese afán americano de ahorrar palabras y de dar, al mismo tiempo, nombres muy largos a los constructos que utilizan. Me molestan las abreviaturas, me molesta cuando se pone SPD en lugar de Sistema determinado por el Problema o DAR en vez de Discurso para la Acción Reflexiva y otras semejantes. A mí me gustan las expresiones completas, y si me llamo Javier Ortega no me gusta que me llamen JO.

Como ven, es una manía menor y, por tanto, también una crítica menor que no solivianta el contenido del libro, esto es lo importante, su meollo y su necesaria lectura. Vamos pues, a la persuatio probatoria, de mucho mayor interés.

Ricardo Ramos lleva mucho tiempo ocupándose de un tema que es un clásico de la Terapia Familiar; una cuestión que se ha hecho aún más urgente, si cabe, debido a los cambios sociales de estos últimos tiempos, la crisis, el paro, los desahucios, la pérdida que muchas familias han sufrido en sus carnes. Si nadie puede escapar de las circunstancias históricas que le tocan vivir, del aquí y el ahora en que nos encontramos, es obvio que las familias multiproblemáticas, esa categoría que usamos para referirnos a un tipo de organización social caracterizado por la presencia simultánea de muchos problemas de estructura, vinculación y socialización secundaria, es un sistema que se ve afectado aún más, porque presenta elementos de mayor vulnerabilidad y es objeto de una mirada externa en la que predomina el poner el acento en la falta de recursos propios, perspectiva que tales familias acaban seguramente por compartir o hacer suya.

Uno de esos elementos que entra en juego, y que no es el menor, es ese que nos señala Ramos casi al comienzo de su libro, a saber: que hay sistemas que se organizan y estructuran en torno una red de conversaciones que orbitan alrededor de una alarma a cuyo son bailan numerosos profesionales, casi siempre con la espada de Damocles del fracaso pendiendo de sus cabezas. El miedo al fracaso es algo que los terapeutas conocemos bien, pues trabajamos en contextos de incertidumbre.

El libro encierra dos virtudes que pocas veces se encuentran unidas en un libro de terapia que se dirige, fundamentalmente, al profesional. Por un lado, como ya he apuntado antes, tiene detrás una potente y fecunda elaboración teórica, que fundamenta la segunda virtud, que no es otra que la utilidad.


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